Traducción, por
Moda y Vestido 2014. Tomado de Angeleti,
Norberto y Oliva, Alberto.,
In Vogue: The Illustrated History of the World’s
Most Famous Fashion Magazine, Nueva York, Rizzoli, 2004.
Horst P. Horst. Vogue, julio de 1939. © Condé Nast
Publications.
Su verdadero nombre era Horsty Bohrmann, y su
debut en los estudios fotográficos del Vogue francés fue como empleado
de mantenimiento del plató y como el musculoso modelo bañista de la famosa
fotografía de Hoyningen-Huené. Horst P. Horst, el nombre artístico que adoptó,
había nacido en Alemania y llegado a París a finales de la década de 1920 para
estudiar arquitectura con Le Corbusier. Como amigo y protegido de
Hoyningen-Huené, empezó a trabajar como su asistente. En 1390 Agha, durante una
de sus visitas a París, lo animó a que dedicara a la fotografía. Esos fueron los
comienzos de otro profesional que, mediante Vogue, dejarían su impronta
en la historia de la fotografía de moda. Las características distintivas de su
obra fueron el uso notable del negro, una iluminación teatral y la integración
armoniosa de formas arquitectónicas y geométricas en sus fondos.
Horst P. Horst. Vogue, París, 1939. © Condé Nast
Publications.
Durante los años treinta Horst trabajó casi todo
el tiempo en los estudios de París. En un momento fue contratado por el
Vogue de Nueva York, pero esa conexión se agravó unos pocos meses
después tras un desacuerdo con Nast, que había hecho unas sugerencias poco
gratas sobre algunas de las fotografías que Horst había tomado para la revista.
De regreso a París, empezó otra vez a destacarse en 1934, luego de la renuncia
de Hoyningen-Huene. Cómodo con la compañía de le tout-Paris, —entre sus
amigos cercanos estaban el pintor y diseñador escenográfico Christian Bérard, el
director de cine Luchino Visconti y Coco Chanel—, introdujo en su obra todo el
conocimiento artístico y arquitectónico que había adquirido durante su paso por
la escuela de Le Corbusier.
Obsesivo con la organización, planeaba cada foto
meticulosamente de manera que el producto final reflejara exactamente su
concepto inicial. Le prestaba mucha atención al decorado y solía utilizar fondos
armados muy elaborados, a veces diseñándolos él mismo y a veces confiándoles a
diseñadores profesionales la creación de los escenarios donde fotografiaría a
sus modelos. En su libro Photographs of a Decade Horst recuerda: «Mis
primeras fotografías estaban cargadas de fondos. Vivía continuamente
desmantelando palacios, arrastrando ramas e invernaderos con la intención de
realzar pero realmente demoliendo a la mujercita que había en el medio.
Finalmente entendí el incongruente efecto y empecé una serie de composiciones en
negro profundo que hacían una gran mancha de tinta en la página de la revista
embotellando todo lo demás».
Coco Chanel, por Horst P. Horst. París, 1937. ©
Autor.
Entre sus fotografías de estudio, Horst P. Horst
tomó dos que con el tiempo llegaron a convertirse en íconos de su obra. La
primera es la de Coco Chanel con un vestidito negro, reclinada en un sofá en los
estudios de Vogue, en 1937. El retrato muestra a la diseñadora con un
perfil pensativo, elegante y muy seductor. Esa era la fotografía preferida de la
misma Chanel y efectivamente una de que más ha circulado. La otra fotografía
emblemática de este periodo muestra la espalda desnuda de una modelo
sensualmente envuelta en un corsé desenlazado. La fotografía llegó a ser
mundialmente conocida por el ingenioso uso de la luz y la sombra. Hasta
entonces, los fotógrafos de moda habían evitado utilizar sombras y negro por
temor a que la imagen final fuera apagada y poco clara. La fotografía del corsé
fue publicada en la edición de septiembre de 1939 y fue el último de los
trabajos de Horst en París.
Horst P. Horst, 1936. © Autor.
La inminente guerra y la renovación de una oferta
de trabajo en Nueva York aceleraron su traslado definitivo a Estados Unidos,
donde sus fotografías de revista continuarían destacándose durante dos décadas
más.
Durante el periodo de Horst en París, otros
notables fotógrafos también contribuyeron en Vogue: Man Ray y André
Durst. Man Ray ya era un pintor y cineasta de vanguardia reconocido cuando lanzó
su carrera como fotógrafo de moda. Lo hizo principalmente por razones
económicas. Una vez dijo: «Pinto lo que no puedo fotografiar y fotografío lo que
no quiero pintar».
Durst también añadió toques de surrealismo a sus
fotografías. La mayor parte de su trabajo fue realizado para el Vogue
francés y tras la partida de Horst llegó a ser el jefe del estudio de París.
Contribuyó a un estilo que la editora de moda Bettina Balard describe así: «Tomó
fotografías dalinianas de elegantes mujeres paradas en el desierto con utilerías
surrealistas como cuerdas que enrollándose alrededor de ellas zumbaban en el
espacio… Fue el primer fotógrafo que tradujo la sensibilidad surrealista a la
fotografía de moda».